sábado, 4 de noviembre de 2023

Como una estrella fugaz (en español y alemán) // Wie eine Sternschnuppe (auf Spanisch und auf Deutsch)




ESPAÑOL / SPANISCH:


Hoy, al mirar el cielo de noviembre, tan cambiante como los recuerdos que fluyen en mi mente, siento la presencia de mi tía Gaby en cada matiz del amanecer. Han pasado cuarenta y cinco días desde que su espíritu, libre y festivo, emprendió el vuelo definitivo, dejándonos un legado de libertad y tenacidad que se aferra a mí como el aroma del mar se aferra a la arena.

Ella, que en vida fue un faro de originalidad en nuestra familia, navegó por su existencia sin hacer demasiado ruido, sin deseos de ser el centro de un espectáculo ni de conmover con despedidas tristes; para Gaby, incluso en su partida, la vida debía ser una celebración constante. Nos instó siempre a vivir intensamente, a reír en lugar de llorar, a gozar cada instante y a abrazar cada nuevo viaje con un espíritu indomable. Ese es el tributo que hoy le brindamos, no con lágrimas, sino con la decisión de vivir como ella vivió: con alegría, disfrutando cada día, persiguiendo sus sueños y abrazando el mundo.

Marita, Juan, Miguel, y Fernando, sus hermanos, fueron faros de amor y compañía en su vida. Nosotros, los sobrinos — Andrea, Daniel, Alejandro, Leonardo y yo — hemos sido aprendices en el arte de la aventura y el desenfreno positivo. Con cada regreso de sus viajes, traía no sólo historias, sino también regalos cuidadosamente seleccionados: detalles para la casa que eran más que decoración, eran destellos de su glamour y sofisticación; ropa que no era simplemente tela y costura, sino expresiones de su personalidad vibrante y única. Cada llegada suya era como una ola de novedades y alegrías, sus maletas, un tesoro inagotable de sorpresas y cariño tangible.

A pesar de que algunos podrían haber considerado sus acciones excéntricas, Gaby siempre actuó con un corazón repleto de amor, una generosidad sin límites que se reflejaba en cada regalo, en cada abrazo, en cada consejo. Siempre fuerte, nunca dejaba transparecer debilidad ni miedo, incluso cuando los caminos de la vida se tornaban escarpados y difíciles de transitar.

Y así, aquel 20 de septiembre a las 17:00, bajo el cielo alemán que había aprendido a llamar hogar, Gaby nos enseñó su última lección: que la muerte no es un final triste si se ha vivido plenamente. Aunque su presencia física se ha desvanecido como un suspiro en el viento, su espíritu vive en cada uno de nosotros, en cada elección audaz que tomamos, en cada sonrisa que elegimos regalar al mundo, en lugar de una lágrima.

Y hoy, mientras la ciudad de Lima despierta con el bullicio de un nuevo día, y en Hamburgo las campanas marcan las 13:00, las cenizas de mi tía Gaby descansan en su último lecho terrenal bajo el árbol BUX 2346 en el pacífico bosque Fried Wald de Buxtehude. Con los primeros rayos del sol que danzan entre las hojas, ella se funde con la tierra europea que tanto amó, alimentando con su espíritu un joven árbol que, estoy seguro, crecerá tan robusto y libre como fue cada día de la vida que ella tan valientemente vivió.

Este acto simboliza el cierre de un capítulo lleno de vivencias y emociones, marcando el comienzo de su eternidad en paz. Mis padres, en representación de la familia y de todos los que la amamos, trascendiendo la barrera del lenguaje y la distancia que impone el mundo, emprendieron el viaje a Alemania para cumplir con su última voluntad, demostrando que el amor familiar traspasa cualquier límite y cualquier barrera. Su presencia en ese lugar es un testamento de la unión de dos mundos: aquel que ella forjó con sus sueños y la vida que dejó atrás, pero que siempre fue y será suya.

Cerrando los ojos, es como si pudiera sentir el viento jugueteando con las hojas, llevando el espíritu aventurero de la tía Gaby por todo el mundo, susurrando la eterna promesa de que la vida sigue su curso y nosotros debemos navegarla con brío. Nos deja el mensaje de que cada día es una oportunidad para pintar nuestra existencia con los colores más brillantes y vibrantes que podamos imaginar. Por eso, aunque las lágrimas puedan asomarse en nuestros ojos al recordarla, escogemos también sonreír, honrando su memoria de la manera que ella siempre vivió: como una fiesta de la existencia, un canto a la alegría, y una invitación perpetua a ser indómitos y libres en cada paso que damos.

Hoy honramos a Gaby no sólo con palabras, sino con acciones, perpetuando su memoria en la risa compartida, en el abrazo cálido, en el atrevimiento a soñar y en el coraje de vivir realmente. Mientras las luces del amanecer de noviembre se entrelazan con el eco de su legado, comprendo que, aunque su cuerpo haya partido en un viaje hacia lo desconocido, el espíritu de mi tía Gaby sigue siendo la marea que empuja nuestros propios barcos hacia horizontes inexplorados, hacia una vida vivida en plenitud, tal como ella habría querido.

Gracias por leer.



Cruce peatonal

Dejé de mirar a los lados al cruzar las pistas. Dejé de desayunar al iniciar el día. Dejé de almorzar. Dejé de cenar. Empecé a tomar más y m...