lunes, 25 de octubre de 2021

No hay nada

Nada más que lejanía.
Nada más que un olvido.
Nada más que mi alma en agonía.
No hay nada más que yo, perdido.

Golpeada por una marea, mi voluntad se quiebra.
Por las tempestades, mi corazón trata de olvidar.
De relámpagos y destellos, mi voz golpea la piedra.
La niebla del rechazo me hace naufragar.

Digo adiós sin haberme despedido.
Con ánimos de conservar el recuerdo de lo que ya nunca fue.
Y sólo Dios escucha mi corazón y derrotado latido,
Pues tu compañía en amistad, sí tendré.

martes, 19 de octubre de 2021

Sin rimas.

Esta madrugada me desveló una expectativa en mi corazón.
Y, de pronto, me di cuenta que pensar en ti me hace sentir la misma emoción que siente un niño en Navidad al abrir un regalo. 

La noche de la ciudad está llena de luces deslumbrantes, de las que las más brillantes son las estrellas de tus ojos. Tu cercanía me derrite por completo, mientras que cada día te pienso más. 

Acércate un poquito más. Te quiero envolver en mis brazos. Acércate un poquito más, abracémonos para que nuestros corazones estén más juntos.

Miles de pensamientos corren al rededor de mi cabeza, pero prefiero sólo mirarte y sonreír.
Pero prefiero mirarte a ti reír.

Rutas en silencio, lejana mi valentía.
De llamarte a mis llegadas, sólo queda mi voluntad.
Te escribo, te agradezco por el día.

Miro al techo; suspiro. Somos de "mundos distintos".
Mi ritmo lento y aburrido. Mi ritmo hogareño, en mi lugar de descanso.
No bailo, no porque no me guste, sino porque soy pésimo.

Pero me enfoco en las realidades; en mis realidades.
Prefiero aceptar que no es recíproco a tener que vivir con falsas ilusiones.
Pero esos ojos, esa sonrisa, ese aroma que tanto me haces extrañar.

En este estado medio dormido, medio despierto, sepulto cualquier tonta ilusión.
Pensando toda la noche, dando vuelta con mis almohadas, lo acepto.
Una gran amistad habremos logrado; y mi corazón contento por no haberla arruinado.
Tiempos de paseos y aventuras en el auto; de comidas sin parar, sin pensar en la hora.

Tiempos de pandemia que vienen a jugarme en contra.

jueves, 14 de octubre de 2021

En secreto.

De sonrisa carmesí,
Y de ojos estelares,
La Luna que se refleja en ti,
Con tu voz de mil cantares.

Te sigo con el pensamiento,
Pero tú lo ignoras.
Y quizá a mí mismo me miento,
Porque eternas son las horas.

Vine presto a romper estos versos,
Por motivos que no voy a explicar.
Porque lejano de mí yace tu universo,
Y mi corazón te pretende olvidar.

Y cuando mi última voluntad muera,
Esta llama se apagará.
Y las brasas quedarán aunque llueva,
Y quizá tu imagen se marchará.

Brillante timidez de ternura,
Sonrisa suave cual seda,
Me cautivaste con tu aroma de frescura,
Que ahuyenta la tristeza y la humareda.

En silencio, te digo que te pienso.
Con mi voz te ofrezco sólo amistad.
Mientras que, en mi mente, te dibujo en un lienzo,
Y te entrego toda mi voluntad.


domingo, 26 de septiembre de 2021

Como un roble.

Mucho podría escribir sobre todos los sentimientos encontrados que se apoderaron de mi alma aquel jueves 26 de agosto por la mañana. Mucho podría escribir de cómo se forma un gran vacío en el corazón cuando un ser querido se va. Sin embargo, la mejor forma de honrar a alguien que partió hacia un camino a la eternidad es llevando sus mejores recuerdos y practicando sus buenas enseñanzas.

¿Y cómo recordar al papá Evaristo? ¿Cómo llevarlo en el corazón?
Como un hombre indomable ante las adversidades. Como un hombre que siempre se mantuvo de pie, pese a los achaques de la edad. Como un roble. Como un roble a sus 96 años. Como un roble duro de talar e imposible de tumbar.

Mi abuelo nació un martes 14 de octubre de 1924, siendo el tercero de un total de 7 hermanos (Constanza, José, Evaristo, Regina, Rosita, Amelia e Idilio), en la localidad de Mala, al sur de Lima, mientras que parte de su infancia se desarrolló en la campiña de San Vicente de Azpitia -lugar conocido como “el balcón del cielo”-.

Mi abuelo no tuvo ninguna posición acomodada; él mismo se las ingenió para llegar solito a la ciudad y empezar a estudiar la secundaria en el Primer Colegio Nacional "Nuestra Señora de Guadalupe". Luchó, desde muy joven, para lograr sus objetivos, pero siempre con grandes valores como la rectitud, la honradez, la pasión por el trabajo y la superación. Valores que trasladó a sus 3 hijos, Carlos, Manuel y Gloria, la menor, mi madre. Valores que también fueron trasladados a nosotros, sus 5 nietos, y que sus biznietos también recibirán como legado.

Estudió Dibujo y Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, junto a grandes pintores como Aquiles Ralli y Víctor Humareda Gallegos, y luego, gracias a una beca de la Organización de Estados Americanos, se especializó en Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

Para el mundo, en su condición de artista, pintor, ilustrador, dibujante y restaurador a nombre de la Nación, deja como gran legado todas sus obras: un retrato al óleo inmortalizando sobre lienzo a mi abuela y cientos de dibujos relacionados a la arqueología peruana, los cuales se encuentran publicados en varias colecciones de libros de autores como Julio C. Tello, Julio Espejo Núñez o Federico Kauffmann Doig, algunos de ellos traducidos a varios idiomas como el inglés, francés, alemán e italiano. 

Evaristo Lizardo Chumpitaz Cuya, mi "papito Evaristo", fue Jefe del departamento de conservación del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, del cual llegó a ser su Director. Sus años dedicados a la conservación de nuestra historia, con tanta pasión, lo llevaron a ser premiado con la Orden de las Palmas Magisteriales (el máximo reconocimiento y distinción honorífica que otorga el Estado peruano a través del Ministerio de Educación a reconocidos docentes o intelectuales, que hayan contribuido al progreso de la educación, la ciencia, la cultura y la tecnología del país). ¡Qué orgullo!

Me gusta recordarlo llevándome al colegio, comiéndose casi dos horas de ida y otras dos de vuelta (y lo mismo aplicaba para cuando me recogía). Me gusta recordarlo cuidando las plantas del jardín que hizo en su casa y donde compartía más tiempo en común con mi abuela. Me gusta recordarlo contando sus chistes (aunque varias veces repetidos) inocentes y sanos. Me gusta recordarlo con su gran lucidez, contándome anécdotas de su niñez, de su vida en la chacra, de cómo llegaban las noticias al Perú de la Segunda Guerra Mundial, de sus salidas con sus amigos artistas, de sus viajes ilustrando hallazgos arqueológicos y de sus platos favoritos. Me gusta recordarlo como una persona muy independiente que no le gustaba que le ayudaran a andar, siempre queriendo demostrar que la edad no le impedía hacer las pocas cosas que todavía podía. 

Y sí, había perdido gran parte de la visión y de la audición, habiéndose visto prisionero por una pandemia que le impedía salir a ver la calle, como solía hacer. Llegaron las elecciones presidenciales para el periodo del Bicentenario y, en pleno uso de sus facultades (y habiendo recibido su vacuna), decidió ir a ejercer su derecho de sufragio al cual yo lo llevé. Hasta el último día, mi abuelo tuvo esa gran lucidez. Pero, dado que la pandemia le impidió salir a la calle en su silla de ruedas, Dios le dio la oportunidad de volar más alto que cualquier barrera que hubiera. Y, hasta el último momento, él mismo se paró y se subió a la camilla de la ambulancia. Sí, se paró de su silla de ruedas y se subió a la camilla, no dejando que le ayudaran. Como un roble. Como un alma indomable ante las adversidades.

Gran devoto del Señor de los Milagros y de la Virgen María (a quien siempre se encomendaba cada día y cada noche), mi abuelo se acaba de reencontrar con Graciela "Chela" -su eterna compañera-, con sus padres, con sus hermanos y con todos sus amigos que partieron antes que él. Él ya no está físicamente con nosotros, pero más presente que nunca en nuestros corazones. 

A todos los que estuvieron pendientes de su salud, a todos los que se preocuparon por cada susto que alguna vez nos llevamos, a quienes tuvieron la comprensión de darme flexibilidad horaria en el trabajo cuando mi abuelo tuvo alguna vez que ser internado por la madrugada, a aquella persona que me ayudó desinteresadamente con cada programación prioritaria de laboratorio privado para no esperar a la atención del seguro estatal, a Sofía y a Juan Pablo que siempre le hicieron seguimiento y tratamiento médico cada vez que los molestaba con una de mis llamadas... Y a todos los que oraron, rezaron y/o mandaron sus buenas energías... ¡Gracias! ¡Gracias de todo corazón!

El papá Evaristo ya está en su eterno viaje hacia más allá de las estrellas.
El papá Evaristo y la mamá Chela nos cuidarán desde la eternidad.


Gracias por leer.

domingo, 18 de julio de 2021

Ojos de Luna

Tardes frías de invierno,
Miradas desconocidas que coinciden,
Y el momento lo quiero hacer eterno,
Pero las horas nos dividen.

Y te veo frente a mí,
Yo con mi semejante timidez,
Mi mente se concentra en ti,
Y tu mirada me da calidez.

El silencio no se vuelve molesto,
Pero siento que corro contra la hora.
Y, aunque quizá sea lo opuesto,
Tus ojos me tienen aprisionado ahora.

Sonrisas ocultas por una pandemia,
Una melódica voz con tono forastero,
Unos momentos en zona bohemia,
Y ahora mis secretos libero.

Esos ojos de Luna,
Como esos cuentos de maravilla,
Me hipnotizan cual fortuna,
De iluminada playa hasta su orilla.

Cruce peatonal

Dejé de mirar a los lados al cruzar las pistas. Dejé de desayunar al iniciar el día. Dejé de almorzar. Dejé de cenar. Empecé a tomar más y m...