Esta madrugada me desveló una expectativa en mi corazón.
Y, de pronto, me di cuenta que pensar en ti me hace sentir la misma emoción que siente un niño en Navidad al abrir un regalo.
La noche de la ciudad está llena de luces deslumbrantes, de las que las más brillantes son las estrellas de tus ojos. Tu cercanía me derrite por completo, mientras que cada día te pienso más.
Acércate un poquito más. Te quiero envolver en mis brazos. Acércate un poquito más, abracémonos para que nuestros corazones estén más juntos.
Miles de pensamientos corren al rededor de mi cabeza, pero prefiero sólo mirarte y sonreír.
Pero prefiero mirarte a ti reír.
Rutas en silencio, lejana mi valentía.
De llamarte a mis llegadas, sólo queda mi voluntad.
Te escribo, te agradezco por el día.
Miro al techo; suspiro. Somos de "mundos distintos".
Mi ritmo lento y aburrido. Mi ritmo hogareño, en mi lugar de descanso.
No bailo, no porque no me guste, sino porque soy pésimo.
Pero me enfoco en las realidades; en mis realidades.
Prefiero aceptar que no es recíproco a tener que vivir con falsas ilusiones.
Pero esos ojos, esa sonrisa, ese aroma que tanto me haces extrañar.
En este estado medio dormido, medio despierto, sepulto cualquier tonta ilusión.
Pensando toda la noche, dando vuelta con mis almohadas, lo acepto.
Una gran amistad habremos logrado; y mi corazón contento por no haberla arruinado.
Tiempos de paseos y aventuras en el auto; de comidas sin parar, sin pensar en la hora.
Tiempos de pandemia que vienen a jugarme en contra.