De sonrisa carmesí,
Y de ojos estelares,
La Luna que se refleja en ti,
Con tu voz de mil cantares.
Te sigo con el pensamiento,
Pero tú lo ignoras.
Y quizá a mí mismo me miento,
Porque eternas son las horas.
Vine presto a romper estos versos,
Por motivos que no voy a explicar.
Porque lejano de mí yace tu universo,
Y mi corazón te pretende olvidar.
Y cuando mi última voluntad muera,
Esta llama se apagará.
Y las brasas quedarán aunque llueva,
Y quizá tu imagen se marchará.
Brillante timidez de ternura,
Sonrisa suave cual seda,
Me cautivaste con tu aroma de frescura,
Que ahuyenta la tristeza y la humareda.
En silencio, te digo que te pienso.
Con mi voz te ofrezco sólo amistad.
Mientras que, en mi mente, te dibujo en un lienzo,
Y te entrego toda mi voluntad.
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