Bajo el manto nocturno, tu esencia se despliega, faro en mi ocaso,
hilando recuerdos en mi alma, un delicado encaje de bronce y plomo.
Tu risa, fulgor en la penumbra, susurro que a mi anhelo abraza,
y al sonreír, tus ojos se pliegan, destellos de estrellas en mi regazo.
Con tu familia, compartí un universo de instantes dorados,
mesas llenas de risas, en el calor de tu hogar, me vi reflejado.
He adquirido un perfume, tu aroma encapsulado,
un talismán contra el olvido, tu presencia a mi lado evocado.
Cada carcajada tuya, en la brisa, siento que me ha rozado,
y tus ojos, cuando se estrechan, guiños de luz en mi camino trazado.
Extraño el contacto, tu cercanía, en el aire aún palpito,
en mi soledad, el perfume es un susurro, tu silueta, mi infinito.
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