domingo, 23 de enero de 2011

Cambio evolutivo.

Dicen que el tiempo lo cura todo, pero, personalmente, creo que lo empeora.
Mientras más tiempo pasa, más extraño. Me gustaría olvidar -o superar-, pero creo que me tardaré más de lo que tenía planeado.
Algo que creo que sí puede curar todo son las palabras. No me refiero al palabreo -o floro-, que alguna vez habremos utilizado, sino al conjunto de palabras que son capaces de expresar nuestros sentimientos más profundos.
Las palabras son, a la vez, una cura reconfortante y un arma letal.
Son un puñal apuntando al corazón, listo para enquistarse en él.

He estado buscando, en los últimos días, un espacio -o universo- en el que pueda habitar.
He estado buscando, en las últimas horas, un espacio -o universo- en el que pueda pensar y recordar momentos.
Momentos vivificantes, llenos de risas, chistes, bromas y juegos.
Y, también, un espacio para revivir algunas anécdotas del corazón, sin tener que cerrar los ojos ni tener que pasar necesariamente por la tristeza.
¿Saben qué? Lo encontré.
Ese espacio en que habitan mis pensamientos más profundos se llama ESCRITURA.

¿Qué no daría por revivir las memorias de un pasado llamado puericia?
Aquella puericia impoluta e incólume en la que lo más importante en la vida eran los jueguitos sin sentido alguno.
Aquella puericia impoluta e incólume en la que todo se resolvía con un "Yan Ken Po" -o un "Fu Man Chu"-.

Hoy, tal parece que lo físico y lo material priman por sobre todas las cosas.
Y, a veces, parece que no importa cuándo ni de dónde venga uno, porque siempre querrán compararlo con alguien más.
¿Qué ha pasado con nosotros? ¿Es parte de la naturaleza de nuestra especie?
No quiero olvidar que alguna vez fui un niño que dijo "¡YO JAMÁS ME DESPEGARÉ DE MIS JUGUETES! ¡YA LO VERÁS!", mientras mi papá reía y decía "Ay, hijto... Ya verás que, cuando crezcas, te olvidarás de todos ellos."
En esos tiempos, las esperanzas NUNCA se perdían.

Ahora, las esperanzas suelen perderse con mayor facilidad y, solamente, atinamos a decir "No es que haya perdido las esperanzas, solamente estoy siendo realista.
Hay una línea muy delgada entre ser realista y haber perdídolas.
Muchos, solemos abandonar nuestros sueños porque estos no "se apegan a la realidad".
Todo gran invento empezó siendo un sueño.

Gracias por leer esta nota.

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