Dejé de mirar a los lados al cruzar las pistas.
Dejé de desayunar al iniciar el día.
Dejé de almorzar. Dejé de cenar.
Empecé a tomar más y más alcohol.
Empecé a fumar.
Me autodestruyo lentamente. Me apago.
Ya nada tiene sentido.
- "No deberías de fumar. Te hace daño."
- "¿Acaso serás mi novia, para que te preocupes por mí? No. De lo mío, yo me encargo."
Dejé de mirar a los lados al caminar. Ya dejé de prestar atención.
Mi mundo, mi espíritu, mis letras.
Escribo porque es lo que siento. No es porque sea bueno haciéndolo.
martes, 9 de abril de 2024
Cruce peatonal
lunes, 8 de abril de 2024
Perfume de recuerdos
Bajo el manto nocturno, tu esencia se despliega, faro en mi ocaso,
hilando recuerdos en mi alma, un delicado encaje de bronce y plomo.
Tu risa, fulgor en la penumbra, susurro que a mi anhelo abraza,
y al sonreír, tus ojos se pliegan, destellos de estrellas en mi regazo.
Con tu familia, compartí un universo de instantes dorados,
mesas llenas de risas, en el calor de tu hogar, me vi reflejado.
He adquirido un perfume, tu aroma encapsulado,
un talismán contra el olvido, tu presencia a mi lado evocado.
Cada carcajada tuya, en la brisa, siento que me ha rozado,
y tus ojos, cuando se estrechan, guiños de luz en mi camino trazado.
Extraño el contacto, tu cercanía, en el aire aún palpito,
en mi soledad, el perfume es un susurro, tu silueta, mi infinito.
Carta de Despido
A veces, las despedidas son silenciosas, pequeñas olas que se alejan suavemente de la orilla sin prometer un regreso. No es fácil decir adiós, especialmente cuando el corazón alberga palabras nunca dichas, sentimientos que se aferran con la esperanza de un "tal vez" o un "qué hubiera sido si"... Sigo queriendo creer que el destino nos podría volver a juntar.
Me encuentro en un cruce de caminos, mirando hacia atrás, hacia lo que fue, y hacia adelante, hacia lo desconocido. He aprendido que hay diferentes formas de amor, y a veces, el amor que ofreces no es el amor que se necesita o se quiere. He amado con un amor que era más que amor, uno que estaba dispuesto a transformarse, a moldearse en lo que fuera necesario, con tal de mantenerse cerca, aunque fuera en una forma que no reconocía.
A ti, que fuiste el centro de mi mundo, quiero decirte que lamento no haber sido suficiente, o tal vez haber sido demasiado en algunos momentos. Creí en un nosotros que sólo existía en los confines de mi esperanza, en esos momentos fugaces compartidos en risas, películas y cenas familiares que, para mí, significaron todo... Y que sigo extrañando.
Intenté, con cada fibra de mi ser, ser lo que querías, aceptar lo que me ofrecías, incluso si eso significaba traicionar mi propia esencia. Te mentí, no por falta de honestidad, sino porque en mi mente, cualquier versión de ti era mejor que una vida sin ti. Pero en ese proceso, me perdí a mí mismo, me convertí en un extraño en mi propia piel.
A tu familia, que me acogió y me hizo sentir parte de algo hermoso, les debo una disculpa aún mayor. Por las risas compartidas, las películas vistas juntos y los momentos que, aunque efímeros, se sintieron como una eternidad, estoy eternamente agradecido. Me aferré a esos momentos, creyendo que podrían ser el ancla que me mantendría a flote.
Esta "carta de despido" es más que una despedida; es un reconocimiento de mi incapacidad para seguir adelante sin el lazo que nos unió. No es fácil despedirse, especialmente de aquellos que no saben que ya te has ido. A mis amigos y familia, a mis conocidos, a mis padres, me duele no poder explicar este vacío, esta decisión. No es un reflejo de nuestro tiempo juntos, sino una batalla que estoy luchando solo y he llegado a un punto donde no queda más que decir adiós.
Me gustan las flores blancas. Por favor, no me lloren. Ya habré podido ser eterno.
No será súbito, me iré apagando de a pocos. No habrá dolor. Mientras tanto, disfrutaré con los últimos recuerdos con ella, sintiéndonos conectados, sintiéndonos cerca, yo imaginando que nos amamos e yéndome así, con una mentira que me haga feliz.
sábado, 4 de noviembre de 2023
Como una estrella fugaz (en español y alemán) // Wie eine Sternschnuppe (auf Spanisch und auf Deutsch)
Hoy, al mirar el cielo de noviembre, tan cambiante como los recuerdos que fluyen en mi mente, siento la presencia de mi tía Gaby en cada matiz del amanecer. Han pasado cuarenta y cinco días desde que su espíritu, libre y festivo, emprendió el vuelo definitivo, dejándonos un legado de libertad y tenacidad que se aferra a mí como el aroma del mar se aferra a la arena.
Ella, que en vida fue un faro de originalidad en nuestra familia, navegó por su existencia sin hacer demasiado ruido, sin deseos de ser el centro de un espectáculo ni de conmover con despedidas tristes; para Gaby, incluso en su partida, la vida debía ser una celebración constante. Nos instó siempre a vivir intensamente, a reír en lugar de llorar, a gozar cada instante y a abrazar cada nuevo viaje con un espíritu indomable. Ese es el tributo que hoy le brindamos, no con lágrimas, sino con la decisión de vivir como ella vivió: con alegría, disfrutando cada día, persiguiendo sus sueños y abrazando el mundo.
Marita, Juan, Miguel, y Fernando, sus hermanos, fueron faros de amor y compañía en su vida. Nosotros, los sobrinos — Andrea, Daniel, Alejandro, Leonardo y yo — hemos sido aprendices en el arte de la aventura y el desenfreno positivo. Con cada regreso de sus viajes, traía no sólo historias, sino también regalos cuidadosamente seleccionados: detalles para la casa que eran más que decoración, eran destellos de su glamour y sofisticación; ropa que no era simplemente tela y costura, sino expresiones de su personalidad vibrante y única. Cada llegada suya era como una ola de novedades y alegrías, sus maletas, un tesoro inagotable de sorpresas y cariño tangible.
A pesar de que algunos podrían haber considerado sus acciones excéntricas, Gaby siempre actuó con un corazón repleto de amor, una generosidad sin límites que se reflejaba en cada regalo, en cada abrazo, en cada consejo. Siempre fuerte, nunca dejaba transparecer debilidad ni miedo, incluso cuando los caminos de la vida se tornaban escarpados y difíciles de transitar.
Y así, aquel 20 de septiembre a las 17:00, bajo el cielo alemán que había aprendido a llamar hogar, Gaby nos enseñó su última lección: que la muerte no es un final triste si se ha vivido plenamente. Aunque su presencia física se ha desvanecido como un suspiro en el viento, su espíritu vive en cada uno de nosotros, en cada elección audaz que tomamos, en cada sonrisa que elegimos regalar al mundo, en lugar de una lágrima.
Y hoy, mientras la ciudad de Lima despierta con el bullicio de un nuevo día, y en Hamburgo las campanas marcan las 13:00, las cenizas de mi tía Gaby descansan en su último lecho terrenal bajo el árbol BUX 2346 en el pacífico bosque Fried Wald de Buxtehude. Con los primeros rayos del sol que danzan entre las hojas, ella se funde con la tierra europea que tanto amó, alimentando con su espíritu un joven árbol que, estoy seguro, crecerá tan robusto y libre como fue cada día de la vida que ella tan valientemente vivió.
Este acto simboliza el cierre de un capítulo lleno de vivencias y emociones, marcando el comienzo de su eternidad en paz. Mis padres, en representación de la familia y de todos los que la amamos, trascendiendo la barrera del lenguaje y la distancia que impone el mundo, emprendieron el viaje a Alemania para cumplir con su última voluntad, demostrando que el amor familiar traspasa cualquier límite y cualquier barrera. Su presencia en ese lugar es un testamento de la unión de dos mundos: aquel que ella forjó con sus sueños y la vida que dejó atrás, pero que siempre fue y será suya.
Cerrando los ojos, es como si pudiera sentir el viento jugueteando con las hojas, llevando el espíritu aventurero de la tía Gaby por todo el mundo, susurrando la eterna promesa de que la vida sigue su curso y nosotros debemos navegarla con brío. Nos deja el mensaje de que cada día es una oportunidad para pintar nuestra existencia con los colores más brillantes y vibrantes que podamos imaginar. Por eso, aunque las lágrimas puedan asomarse en nuestros ojos al recordarla, escogemos también sonreír, honrando su memoria de la manera que ella siempre vivió: como una fiesta de la existencia, un canto a la alegría, y una invitación perpetua a ser indómitos y libres en cada paso que damos.
Hoy honramos a Gaby no sólo con palabras, sino con acciones, perpetuando su memoria en la risa compartida, en el abrazo cálido, en el atrevimiento a soñar y en el coraje de vivir realmente. Mientras las luces del amanecer de noviembre se entrelazan con el eco de su legado, comprendo que, aunque su cuerpo haya partido en un viaje hacia lo desconocido, el espíritu de mi tía Gaby sigue siendo la marea que empuja nuestros propios barcos hacia horizontes inexplorados, hacia una vida vivida en plenitud, tal como ella habría querido.
Gracias por leer.
lunes, 25 de octubre de 2021
No hay nada
Nada más que lejanía.
Nada más que un olvido.
Nada más que mi alma en agonía.
No hay nada más que yo, perdido.
Golpeada por una marea, mi voluntad se quiebra.
Por las tempestades, mi corazón trata de olvidar.
De relámpagos y destellos, mi voz golpea la piedra.
La niebla del rechazo me hace naufragar.
Digo adiós sin haberme despedido.
Con ánimos de conservar el recuerdo de lo que ya nunca fue.
Y sólo Dios escucha mi corazón y derrotado latido,
Pues tu compañía en amistad, sí tendré.
martes, 19 de octubre de 2021
Sin rimas.
Acércate un poquito más. Te quiero envolver en mis brazos. Acércate un poquito más, abracémonos para que nuestros corazones estén más juntos.
Pero prefiero mirarte a ti reír.
De llamarte a mis llegadas, sólo queda mi voluntad.
Te escribo, te agradezco por el día.
Mi ritmo lento y aburrido. Mi ritmo hogareño, en mi lugar de descanso.
Prefiero aceptar que no es recíproco a tener que vivir con falsas ilusiones.
Pero esos ojos, esa sonrisa, ese aroma que tanto me haces extrañar.
Una gran amistad habremos logrado; y mi corazón contento por no haberla arruinado.
jueves, 14 de octubre de 2021
En secreto.
De sonrisa carmesí,
Y de ojos estelares,
La Luna que se refleja en ti,
Con tu voz de mil cantares.
Te sigo con el pensamiento,
Pero tú lo ignoras.
Y quizá a mí mismo me miento,
Porque eternas son las horas.
Vine presto a romper estos versos,
Por motivos que no voy a explicar.
Porque lejano de mí yace tu universo,
Y mi corazón te pretende olvidar.
Y cuando mi última voluntad muera,
Esta llama se apagará.
Y las brasas quedarán aunque llueva,
Y quizá tu imagen se marchará.
Brillante timidez de ternura,
Sonrisa suave cual seda,
Me cautivaste con tu aroma de frescura,
Que ahuyenta la tristeza y la humareda.
En silencio, te digo que te pienso.
Con mi voz te ofrezco sólo amistad.
Mientras que, en mi mente, te dibujo en un lienzo,
Y te entrego toda mi voluntad.
domingo, 26 de septiembre de 2021
Como un roble.
Mucho podría escribir sobre todos los sentimientos encontrados que se apoderaron de mi alma aquel jueves 26 de agosto por la mañana. Mucho podría escribir de cómo se forma un gran vacío en el corazón cuando un ser querido se va. Sin embargo, la mejor forma de honrar a alguien que partió hacia un camino a la eternidad es llevando sus mejores recuerdos y practicando sus buenas enseñanzas.
¿Y cómo recordar al papá Evaristo? ¿Cómo llevarlo en el corazón?
Como un hombre indomable ante las adversidades. Como un hombre que siempre se mantuvo de pie, pese a los achaques de la edad. Como un roble. Como un roble a sus 96 años. Como un roble duro de talar e imposible de tumbar.
Mi abuelo nació un martes 14 de octubre de 1924, siendo el tercero de un total de 7 hermanos (Constanza, José, Evaristo, Regina, Rosita, Amelia e Idilio), en la localidad de Mala, al sur de Lima, mientras que parte de su infancia se desarrolló en la campiña de San Vicente de Azpitia -lugar conocido como “el balcón del cielo”-.
Mi abuelo no tuvo ninguna posición acomodada; él mismo se las ingenió para llegar solito a la ciudad y empezar a estudiar la secundaria en el Primer Colegio Nacional "Nuestra Señora de Guadalupe". Luchó, desde muy joven, para lograr sus objetivos, pero siempre con grandes valores como la rectitud, la honradez, la pasión por el trabajo y la superación. Valores que trasladó a sus 3 hijos, Carlos, Manuel y Gloria, la menor, mi madre. Valores que también fueron trasladados a nosotros, sus 5 nietos, y que sus biznietos también recibirán como legado.
Estudió Dibujo y Pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, junto a grandes pintores como Aquiles Ralli y Víctor Humareda Gallegos, y luego, gracias a una beca de la Organización de Estados Americanos, se especializó en Conservación y Restauración de Bienes Culturales.
Para el mundo, en su condición de artista, pintor, ilustrador, dibujante y restaurador a nombre de la Nación, deja como gran legado todas sus obras: un retrato al óleo inmortalizando sobre lienzo a mi abuela y cientos de dibujos relacionados a la arqueología peruana, los cuales se encuentran publicados en varias colecciones de libros de autores como Julio C. Tello, Julio Espejo Núñez o Federico Kauffmann Doig, algunos de ellos traducidos a varios idiomas como el inglés, francés, alemán e italiano.
Evaristo Lizardo Chumpitaz Cuya, mi "papito Evaristo", fue Jefe del departamento de conservación del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, del cual llegó a ser su Director. Sus años dedicados a la conservación de nuestra historia, con tanta pasión, lo llevaron a ser premiado con la Orden de las Palmas Magisteriales (el máximo reconocimiento y distinción honorífica que otorga el Estado peruano a través del Ministerio de Educación a reconocidos docentes o intelectuales, que hayan contribuido al progreso de la educación, la ciencia, la cultura y la tecnología del país). ¡Qué orgullo!
Me gusta recordarlo llevándome al colegio, comiéndose casi dos horas de ida y otras dos de vuelta (y lo mismo aplicaba para cuando me recogía). Me gusta recordarlo cuidando las plantas del jardín que hizo en su casa y donde compartía más tiempo en común con mi abuela. Me gusta recordarlo contando sus chistes (aunque varias veces repetidos) inocentes y sanos. Me gusta recordarlo con su gran lucidez, contándome anécdotas de su niñez, de su vida en la chacra, de cómo llegaban las noticias al Perú de la Segunda Guerra Mundial, de sus salidas con sus amigos artistas, de sus viajes ilustrando hallazgos arqueológicos y de sus platos favoritos. Me gusta recordarlo como una persona muy independiente que no le gustaba que le ayudaran a andar, siempre queriendo demostrar que la edad no le impedía hacer las pocas cosas que todavía podía.
Y sí, había perdido gran parte de la visión y de la audición, habiéndose visto prisionero por una pandemia que le impedía salir a ver la calle, como solía hacer. Llegaron las elecciones presidenciales para el periodo del Bicentenario y, en pleno uso de sus facultades (y habiendo recibido su vacuna), decidió ir a ejercer su derecho de sufragio al cual yo lo llevé. Hasta el último día, mi abuelo tuvo esa gran lucidez. Pero, dado que la pandemia le impidió salir a la calle en su silla de ruedas, Dios le dio la oportunidad de volar más alto que cualquier barrera que hubiera. Y, hasta el último momento, él mismo se paró y se subió a la camilla de la ambulancia. Sí, se paró de su silla de ruedas y se subió a la camilla, no dejando que le ayudaran. Como un roble. Como un alma indomable ante las adversidades.
Gran devoto del Señor de los Milagros y de la Virgen María (a quien siempre se encomendaba cada día y cada noche), mi abuelo se acaba de reencontrar con Graciela "Chela" -su eterna compañera-, con sus padres, con sus hermanos y con todos sus amigos que partieron antes que él. Él ya no está físicamente con nosotros, pero más presente que nunca en nuestros corazones.
A todos los que estuvieron pendientes de su salud, a todos los que se preocuparon por cada susto que alguna vez nos llevamos, a quienes tuvieron la comprensión de darme flexibilidad horaria en el trabajo cuando mi abuelo tuvo alguna vez que ser internado por la madrugada, a aquella persona que me ayudó desinteresadamente con cada programación prioritaria de laboratorio privado para no esperar a la atención del seguro estatal, a Sofía y a Juan Pablo que siempre le hicieron seguimiento y tratamiento médico cada vez que los molestaba con una de mis llamadas... Y a todos los que oraron, rezaron y/o mandaron sus buenas energías... ¡Gracias! ¡Gracias de todo corazón!
El papá Evaristo ya está en su eterno viaje hacia más allá de las estrellas.
El papá Evaristo y la mamá Chela nos cuidarán desde la eternidad.
Gracias por leer.
domingo, 18 de julio de 2021
Ojos de Luna
Tardes frías de invierno,
Miradas desconocidas que coinciden,
Y el momento lo quiero hacer eterno,
Pero las horas nos dividen.
Y te veo frente a mí,
Yo con mi semejante timidez,
Mi mente se concentra en ti,
Y tu mirada me da calidez.
El silencio no se vuelve molesto,
Pero siento que corro contra la hora.
Y, aunque quizá sea lo opuesto,
Tus ojos me tienen aprisionado ahora.
Sonrisas ocultas por una pandemia,
Una melódica voz con tono forastero,
Unos momentos en zona bohemia,
Y ahora mis secretos libero.
Esos ojos de Luna,
Como esos cuentos de maravilla,
Me hipnotizan cual fortuna,
De iluminada playa hasta su orilla.
sábado, 28 de julio de 2018
Felices Fiestas Patrias
martes, 12 de septiembre de 2017
Sin efectivo
A más de 16 mil kilómetros de casa, estoy solo en una ciudad en la que no soy más que un número de pasaporte registrado en migraciones.
miércoles, 1 de febrero de 2012
Un recreo.
Recreos lentos y juegos abandonados.
El tiempo pasa, los elegidos son apremiados.
domingo, 23 de enero de 2011
Cambio evolutivo.
viernes, 21 de enero de 2011
Una puerta no abierta.
- ¿Qué me hace sentir ser alguien?La persona más feliz del mundo, tal vez sea yo cuando escribo.
- ¿Qué me hace sentir ser nadie?Todo aquel que fue alguien en la vida, empezó siendo nadie. Y, si deseo ser alguien, tal vez tendré que empezar siendo nadie.
viernes, 14 de enero de 2011
Una puerta a mi mundo (2).
Gracias a los que forman parte de mí.
martes, 11 de enero de 2011
Una puerta a mi mundo.
viernes, 7 de enero de 2011
¿Buscaba algo?
Sólo recuerdo que lo último en lo que pensé fue:
Creo que la música es vida. Vida tal como la hemos vivido siempre: llena de lugares, gente y cosas. Y mientras tengamos a esa gente, a esos lugares y a esas cosas, siempre tendremos música [y vida].
miércoles, 5 de enero de 2011
Algo de mí para ti, lector(a)
lunes, 3 de enero de 2011
Temblor interno.
Cruce peatonal
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Ya llevo 9 días en Beijing y ya no me siento perdido. Hice una recapitulación de mi vida en el colegio y agradecí mucho el haber pasado lo...